Perder un animal es una oportunidad para ayudar a otro
Angus Este año fue duro para nosotros. Antes de terminar el primer mes del año tuvimos que despedir al que fue nuestro compañero durante sus casi 9 años de vida: Angus. No voy a mentir, está siendo muy duro. Es hoy, cuatro meses después, cuando nos sentimos con fuerzas para recordarle con una sonrisa en la boca. Aun así, escribir sobre él hace que se nos salten las lágrimas, inevitablemente. Y es que Angus no era un gato normal. Siempre hemos dicho que era un perro atrapado en el cuerpo de un gato. Cada vez que venía alguna visita a casa, él era el primero que acudía a saludar como buen anfitrión, mientras los otros tres gatos: Calce, Tizón y Gandhi corrían despavoridos a esconderse detrás del sofá, por lo que pudiera pasar... Cada vez que cerrábamos una puerta en casa, la del baño por ejemplo para tener un poco de intimidad, Angus tardaba 10 milésimas de segundo en acudir a explicarnos claramente que no quería estar solo, con gritos de desconsuelo y arañando la puerta. Reconozco qu